martes, 2 de julio de 2024

Aprendí que los dichos externos, si no eran cierto, no entraban en mi vida.

Mi primera relación con la psiquiatría, fue recibir la enseñanza que lo que inventaba la gente sobre uno, si no era verdad, no podía hacerme llorar y entonces, dejé de llorar.

Una enseñanza que nos sirve a todos. 

*Lo que a continuación relato pareciera complejo, porque es mi propia experiencia con el mundo de la psiquiatría. 

Tal vez mi etapa más compleja de inmadurez, puede haber sido en mi adolescencia, ese tiempo cuando uno no se adapta a la mentalidad, a su cuerpo, como tampoco a comprenderse así mismo. Donde pareciera ser que como adolescente, no se sabe esperar, siendo que éso es lo primero que ayuda ha apurar la ansiedad.

Luego la etapa de adulto joven mas óptimista, donde uno se refuerza con el espíritu jovial, alegre y vital, una etapa donde se confía en las capacidades mentales más despiertas en la actitud positiva y en el entusiasmo de lograr relaciones humanas más cercanas. 

Pero de lo qué uno cree y vive, en cualquier momento todo puede cambiar, no basta la responsabilidad, la buena voluntad o el ser fiel a su o sus compromisos, lo inesperado transforma no sólo la realidad sino que pudo hacerme perder lo qué reconocemos sin explicaciones "tiempo y espacio"; mi ser perdió su eje central, fue posible no ser nadie, incapacitada de aquella facultad de lo que nos provee el alma.

Y había que buscar ayuda, mi familia sin tener idea de la función de la psiquiatría, a ciegas confió que era el medio capacitado para decidir que hacer conmigo y así fue, quien quiera que me asistía su intención era guiarme, aconsejarme y desarrollar herramientas junto a un tratamiento; aprendí que me correspondía aceptar que de allí en adelante, dependería de un médico psiquiatra y de varios terapeutas, como apoyo y orientación de vida. 

Una prueba dentro de esa nebulosa psíquica, que me invitaba solo a confiar en quienes pasarían a ser mis guardianes de mi indefenso ser humano, lo mejor que he recibido de ese apoyo, ha sido reconocer que gracias a todos aquellos que cumplieron con ese compromiso que alguna vez se hicieron de rescatar al necesitado, aun siendo largos procesos, me permitió no tardar en agradecer que por lo bueno que me entregaron ellos, en gran medida logre que pasara lo malo. 

Luego, sin querer independizarme de todos aquellos que me llevaron a la realidad, fui despertando a mis propias decisiones, entendiendo la importancia de separar las "creencias" de lo "cierto", ya había aprendido que los dichos externos... si no eran cierto, no entraban en mi vida. 

Asi fue como fui sumergiéndome mas que en lo psicológico, en la intención de trasformar mi enfoque de vida desde un punto de vista humanista, despertando a la dignidad y al valor de mi persona. 

Había llegado el tiempo de abocarme a enfrentar los hechos de acuerdo al nuevo aprendizaje, replegando mi mundo subjetivo, basado en mis sentimientos y en esa sensibilidad que me apartó de mi capacidad racional, la que me ha permitido además de pensar, evaluar y entender, actuar de acuerdo a mis valores y principios. 

Llegaba un nuevo capítulo en mi existencia,  después de sentirme liberada de lo inverosímil, me dispuse a enfrentar los hechos sin abandonar el valor espiritual de mis nuevos propósitos, porque mi nuevo aprendizaje, me generó reforzar mi intención de hacer el bien y ayudar a otros.

Mi claridad mental, vino a darme la absoluta convicción que sin la oración de mi familia, no podría haber logrado comprobar que Dios siempre ha estado cubriéndome con su Espíritu. 



 


1 comentario:

  1. En lo esencial : Muy profundo.

    Qué manera de conocerte y expresar tus ideas tan claramente!

    Es un ensayo buenísimo sobre la evolución de tu vida y el entender tu enfermedad como parte de tu ser y al mismo tiempo dejarla ir para encauzar tu existencia en la nueva realidad y en los valores de siempre.
    Una profundidad de pensamiento y una clara reflexión sobre tí misma y en como enfrentar la vida con valentía dándote además la voluntad preciosa de ayudar a otros con la misma intensidad, de la mano de Dios, tu compañero de viaje.

    Mi amiga Mariela Arias.

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