Cuando hablamos de salud mental, pensamos en la búsqueda de bienestar y en relación a la paz interior, la tranquilidad y en ser capaces de superar las dificultades. Este bienestar va más allá del modo en que cada uno viva, la salud mental depende de nuestra capacidad para enfrentar con responsabilidad y óptimismo los compromisos o situaciones personales.
En general creemos que nuestra manera de pensar, sentir y actuar es así y no de otra manera y aunque a los demás les disguste, no hay por qué cambiarlo, sin embargo, siempre será posible mejorar no solo en relación a los demás, si no para liberarnos de ese modo, muchas veces, inconciente de reaccionar.
Los cambios aún siendo graduales, adquieren valor desde el momento que decidimos superar nuestro desarrollo humano, considerando como motivo de conocimiento las experiencias pasadas, aprendiendo de los errores y modificando las conductas y actitudes en beneficio de los nuevos propósitos.
P.D. Para la desesperanza no olvides que está la oración, Dios conoce nuestra voz.
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