La importancia de esos cambios de hábitos mentales.
Uno de los aportes más significativos recogido en el camino, ha sido aclarar las creencias en relación a la realidad, una de ellas, esa tendencia de considerar "algo" como cierto por el solo hecho de hacer una relación mental, afirmando ese "algo" como verdadero, sin estar seguro de lo que es; uno de los factores negativos en mí vida que me llevó a confundir mi propia verdad.
Sin embargo para llegar a la realidad cierta y verdadera, pareciera ser necesario la propia experiencia para alcanzar lo qué es auténtico, considerando como auténtico, aquella realidad interna tantas veces incomprensible, principalmente cuando no entendemos lo qué nos afecta y porqué nos afecta.
Tiempo me llevó entender que para vivir en el mundo era necesario conocerlo, lo más básico reconocer que todo lo que pasa afuera, viene a tener relación directa en mi comportamiento en general, pero después de perder el equilibrio espiritual, la armonía y satisfacción personal, pude reconocer lo perjudicial que resultó ser esa influencia superficial que genera el mundo externo.
Con conocimiento de causa y desde la realidad significativa en relación a mi propia existencia, es que después de experimentar el desequilibrio, no había más que abocarse a recuperar uno de los largos períodos de mi ignorancia, influenciada por aquellas conexiones mentales que nos vinculan con el mundo exterior, sin haber considerado entonces, mi propia falta de responsabilidad en regular mi conducta afectiva en relación a lo sensible, emotivo, expresivo o con respecto al cariño, lo que me llevó a mi quiebre mental.
Y entonces volví atrás, en éso que alguna vez me detuve de manera pasajera, por lo desconocido y misterioso, mi Mundo Interior, algo tan lejano al otro mundo "Externo", el que empuja más bien a la emoción que a la reflexión; sin embargo había mucho más que aprender de la vida, lo que aun siendo profundo y verdadero, desconocido para mí, tiempo pasado, porque hoy a mis setenta y cinco años, mi mundo interior no es reflejo de mi edad, más bien de mi experiencia, donde el dolor no tuvo el poder de destruirme y los errores no fueron una caída, en el tiempo han sido una enseñanza, no sólo para mí, también un ejemplo para muchos otros, una demostración que lo externo aún estando a la vista, no supera a ese hilo invisible que nos da la información de todo aquello que nos revela lo qué sabemos sin saber que lo sabíamos.
Si el alma tiene memoria, es porque Dios habita allí.