sábado, 10 de febrero de 2024

Aprendemos que sufrir es un aprendizaje.


Si hacemos un balance de nuestro propio bienestar concluiremos qué no todo depende del médico tratante, los terapeutas o de la comprensión de la familia, lo cierto es que la estabilidad llega, principalmente, cuando el paciente cambia la mentalidad de ése sentirse víctima de lo que no le gusta experimentar, sí, porque no estamos preparados para aceptar lo desfavorable, pero luego aprendemos qué sufrir es un aprendizaje desde donde podemos reconocer quienes somos y además entender qué de aceptar la realidad, podremos volvernos mas resistentes para superar las dificultades.

Una paciente de nombre Antonietta de mas de 60 años quien leyó mi libro, se puso en contacto para compartir conmigo, lo primero en lo que insistió por destacar, es que allí digo qué lo mas importante ha sido el apoyo de mi familia, ("lo que dijo no tener ella")  y aun siendo una verdad lo que hasta hoy recibo de los míos, puedo reconocer que si lo siguen haciendo es porque no les he fallado en cumplir con las indicaciones médicas como tampoco en mis obligaciones diarias como esposa, madre o dueña de casa, por eso es que me puedo declarar persona responsable y es lo que me sirve ante todo, para demostrarme que la enfermedad no es una limitante en el desarrollo de persona ante la vida.

Hemos compartido desde mis 38 años de edad hasta hoy con mis 75 años en familia, este síndrome que en el tiempo ha ido disminuyendo gracias a qué he sabido responder con el cumplimiento constante y consciente de mi tratamiento, lo que ha permitido evitar, muchas veces, que ellos enfrenten nuevos episodios difíciles y otros sumamente complejos, lo que para los cuidadores, en este caso mi esposo y mis dos hijos, han resultado mayormente afectados al no saber como actuar, por ejemplo ante una crisis.

Compartiendo varios días no solo
mi propia experiencia con Antonietta sino también conociendo su modo "de enteder o no entender" tanto lo complejo como lo posible de revertirlo, terminé explicándole que no era yo la persona indicada para darle orientación o consejo, porque ella no estaba dispuesta desde hace años a tomar constantemente medicamentos.

Así fue como entendí qué después de haber leído ella, Bipolares Apocados u Optimistas? donde vierto mi optimismo y la raíz de mis debilidades, producto de una sensibilidad que me vulnerabilizaba al vivir en un mundo mas bien romántico que comprometido con la realidad, para en el tiempo, terminar experimentando mi propia bipolaridad, la que me ha permitido ante todo ser buena conmigo, porque me enseñó a reforzar la importancia de cumplir con mis deberes, en este caso, deberes comprometidos con la buena intención que me sigue ofreciendo la psiquitría, para no causar dolor a quienes amo, como tambien para ser persona digna de mis derechos.

 Antonietta quien buscaba en mi respuestas, las que en ningun caso finalmente iban de acuerdo con su personalidad, porque no está dispuesta a ceder ni a creer en la necesidad de tratamiento con medicamentos, porque asevera que son los medicamentos las que la ponen mal y agresiva.

Quien no se entrega a su propia realidad y la acepta, resulta imposible que otro pueda hacerle ver lo que uno no sabe porqué no lo quiere ver.

Su última pregunta fue qué si con medicamentos se podía tomar alcohol... 

La respuesta es que el alcohol es una droga que la perjudica, no así el tratamiento que indica la psiquiatría en relación a la bipolaridad el que es en base a químicos, denominados estabilizadores del ánimo, considerándose ánimo igual a alma; si bien es cierto que las buenas intenciones y buenas palabras motivan, muchos pacientes no logran hacerse cargo de su responsabilidades personales, hasta cuando enfrentan algún episodio delicado.


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