La vida misma me enseñó qué no podía ayudar a otro, solo por ser persona de buen corazón; mientras no fortaleciera esa sensibilidad desmedida que me sacaba de mi centro, no sería capaz de reconocer la realidad, entendí que la compasión a nadie lo fortalece, al contrario lo debilita.
Lo primero es lo primero.
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