De recordar mi historia clínica no deja de conmoverme que todo lo que en un momento perdí, volvió a mí.
Perdí el juicio, por períodos el olfato, el modo de caminar, la visión, la capacidad de escribir, el control de mi vida y sin embargo he conseguido tener la seguridad qué mi verdad es cierta en aquello que creo, pienso y siento.
De todo lo experimentado ha sido la convicción de palpar las verdades imperceptibles de Dios, quien con su misericordia permitió devolverme mi cordura y mi humildad. (Considerando Su misericordia como el perdón a las propias miserias humanas)
Es más fácil volverse rencoroso, escéptico y desdichado ante el dominio del mal, pero aprendí qué más vale dejarse llevar que guerrear, porque lo bueno no tarda en llegar.
De todo esos años donde mi protagonismo dejó de existir, desde lejos no dejó de entrar en mí, el buen consejo, el reconocimiento a mi propio valor y a esa intención de enseñanza de poder volver a discernir... presencia en busca de lo íntegro de la psiquiatría.
No desconfíes.
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