Pautas de utilidad para organizar las prioridades al recurrir a una terapia.
Si bien es cierto son los profesionales que nos ayudan a mejorar nuestras conductas, somos nosotros mismos, quienes tenemos que saber qué es lo que necesitamos abordar para y por el bienestar personal y de la familia.
Para eso podemos presentar al terapeuta, una muestra escrita de las necesidades básicas que nosotros mismos considerémos por corregir, superar y no solo en beneficio personal sino por el bienestar de todos.
Recurrir a un terapeuta es "ir en la búsqueda de encontrar un buen consejero", más que alguien que solo nos comprenda, alguien que vea más claro que nosotros, porque a veces necesitamos que nos saquen la venda de los ojos.
Para obtener frutos de lo compartido con el terapeuta en relación a lo que nos desanima, nos confunde, lo primero es saber uno mismo qué lo altera, lo saca del centro, lo lleva a hacer culpables a otros de lo que siente o a sentir culpa de sus propias reacciones, perdiendo el sentido de realidad frente a la experiencia.
El principio de la ayuda terapéutica, tiene relación directa con la moral "Conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento humano" como también en cuánto a distinguir el bien y el mal.
Todo proyecto de superación y aprendizaje, si bien depende de quien quiera modificar su comportamiento, va unido a la realización qué el paciente encuentre en la atención del terapeuta; el "sentido de reflexión" ayuda a comprender mejor la experiencia y a modificar en conjunto (paciente y terapeuta) nuestro comportamiento y la motivación necesaria para llegar a buen final del plan tan anhelado por el paciente.
susana rodríguez hidalgo.
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