Uno de los motivos que nos mueve en relación a parecer bien, es ser parte de destacar con una personalidad alegre y feliz.
A veces, hay que envejecer para comprender que lo superfluo nos causa esfuerzos por agradar, porque luego cuando estamos solos nos damos cuenta que terminamos agotados, entendiendo que estuvimos lejos de haber disfrutado por divertir a los demás.
Los estados de la bipolaridad más bien fluctuante, nos imposibilita de reaccionar muchas veces de manera espontánea y adecuada y aún sin decirlo, siempre pensamos qué estamos siendo evaluados o cuestionados.
Generalmente el paciente después de su primera crisis, pierde amistades y con eso pierde autoestima, confianza en los demás, sintiendo como si los qué fueron... es lo único que existiera.
Este diagnóstico requiere que el paciente se acerque al mundo de las virtudes, es decir de sus propias cualidades, del comportamiento que ha cultivado en beneficio propio y qué también ha beneficiado a los demás, porque los episodios vividos dentro de la bipolaridad, no son defectos ni rasgos voluntarios o intencionados, que lo puedan representar negativamente como persona.
De todo lo que ocurre con el escenario que el paciente pueda cuestionar, lo primero que debe considerar es qué su vida no empieza ni termina en lo que ocurrió con sus episodios críticos, sino que sigue siendo el mismo hilo conductor con el que construyó y seguirá construyendo las mejores intenciones.
Puedo asegurar que después de tantos cuestionamientos, todo depende de uno mismo, de liberarse emocionalmente de ser paciente bipolar, porque apropiarse de eso... impide darse el valor de persona, es decir de dejar demostrado ser consciente de si mismo y de sus propias razones.
"Hay personas divertidas que no interesan y personas interesantes que no divierten"
Benjamín Deisraelí.
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