La importancia de la integración de la familia con la nueva vida de un paciente está basada en el buen trato cotidiano, en la necesidad de la compañía a las consultas médicas, para que al final de la atención, el médico psiquiatra mantenga informado a la familia de las instrucciones, además de la ayuda tanto para el médico como para el paciente, de clarificar la realidad de los estados los qué a veces el propio enfermo no logra darse cuenta.
La bipolaridad no es una enfermedad que limite al paciente como un enfermo mental para siempre, son pasajes esporádicos qué a través del tratamiento constante resultan recuperables; pero los momentos críticos logran descontrolar la normalidad de cualquier persona que lo acompañe, ciertas pautas tan sencillas como guardar silencio, la tranquilidad y si alguien es creyente... orar para ayudar en sentido espiritual a cambiar el destino de lo inexplicable, permitirá que todo no sea más grave.
Esta enfermedad se caracteriza por que la persona se vea envuelta en pensamientos equivocados, denominados delirios e incoherencias involuntarias, que le impiden actuar de manera normal, viéndose más alterado frente a la discusión.
Una de las características "en estos estados de alteración", es que al paciente se le agudiza el sentido de la audición... punto importante de considerar para quiénes lo acompañan... cuidando de sus comentarios, los que pueden alterar mayormente al enfermo.
El paciente no es responsable de las alteraciones propias del Trastorno Afectivo Bipolar, por lo tanto no se le debe hacer responsable de lo que pudo haber ocurrido, sí ayudarlo con el buen trato a aceptar una nueva manera de sobrellevar su vida, que no le impide ser útil y autosuficiente.
La palabra disciplina aún pareciéndonos tan rígida, pasa a ser el mejor método como orden de vida, porque el cumplimiento constante de la nuevas normas y reglas que uno mismo se imponga, conducen a los buenos resultados.
El secreto del amor propio está en no fallarse a sí mismo.
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