Sigue siendo un problema grave la falta de entendimiento, de obediencia y de aceptación de la persona bien diagnosticada con bipolaridad, quien no puede ni debe dudar en seguir el tratamiento.
El caso de una paciente joven de padres separados, no siguió el tratamiento con el apoyo del padre, porque él no cree en la enfermedad, como tampoco en la necesidad del control con médicos psiquiatras, sin embargo sí con la orientación del profesional de la psicología, quién si bien tiene conocimiento sobre los síntomas y mecanismos del Trastorno Afectivo Bipolar, entonces ciertamente está capacitado para ayudar al paciente en la aceptación de su bipolaridad y principalmente a la gran importancia de ser disciplinado con el tratamiento.
La paciente recayó en una crisis y como en todos los casos, no es fácil saber qué hacer frente a un estado que requiere de atención especializada, la responsabilidad recae en la familia cada vez que se experimenta una descompensación, no solo el enfermo es el afectado, de allí que ésta condición nos exige ser consciente y no egoístas.
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