Un nuevo caso de paciente bipolar recurre a querer saber sobre mi experiencia como paciente y en este caso explicarme, la no aceptación a la enfermedad como al tratamiento.
Lo primero que puedo ofrecerle a alguien es no hacer juicio de aquello con lo que no estoy de acuerdo, porque así como ella, yo he experimentado no solo la equivocación sino la falta de sano juicio y lo mejor que he recibido de parte de las personas bien intencionadas, ha sido qué no me lo hagan sentir.
Ester dejó el tratamiento y volvió a decaer, lo retomó, pero insiste en bajar las dosis y vuelve a la aceleración y a perder el autocontrol.
Queria saber cómo fue que me enfermé y como habían sido mis crisis y lo cierto que eso no tiene ningún valor, porque lo que sucede en esos momentos descontrolados son reacciones enfermizas que a nadie lo identifican, lo que si me identifica es el cómo he logrado la superación, mantener la unión familiar, el amor al prójimo, el respeto de mis terapeutas y el sinnúmero de pacientes con quienes hemos logrado en el tiempo una hermandad.
Lo que no puedo dejar de hacer es mencionar a Dios y eso lo atesoró porque ella le da el lugar primero como se lo merece. Y le comenté que últimamente me atrevo sin temor a decir lo necesario que es cultivar la comunicación con lo divino y le expliqué que antes no podía, porque dentro de las características de la enfermedad, está la obsesión religiosa y ahora entiendo que dentro de todo los dominios de alteración, el mal quiere anular el poder de Dios Padre con su Gracia y Misericordia y desde que me reconcilié con Dios, cada día más mi recuperación me lo deja demostrado.
No es fácil orientar a un paciente que no acepta la enfermedad y más aún que deja el tratamiento, lo que no es sólo una opinión de la persona sobre su problema sino que se auto convence que podrá controlar lo que siente.
Son muchos los casos como estos en los que se complica más aún los hechos, principalmente por la personalidad del paciente, sus características personales, son las que no le permiten adaptarse a determinadas circunstancias.
Finalmente después de intercambiar ideas y sentimientos, Ester cambió de idea, estuvo de acuerdo que uno puede hacer sacrificios, cuando considera que puede estar haciendo sufrir a otros.
Es duro aceptar la enfermedad y todo lo q conlleva, se podría pensar en rechazar el tratamiento pero con mucha fe y disciplina se puede mejorar no solo por uno mismo sino por los q amamos felicitaciones a Susana por su ejemplo y consejos que nos ayuda a querer superarnos y ser mejores seres humanos para aceptar esta enfermedad.
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