Una paciente me explicó por correo que se sentía muy sola, qué por sus mismos estados descompensados había perdido amistades y por lo mismo no podía aceptar el diagnóstico y deseaba que no fuera verdad.
Con Ester, hemos conseguido una comunicación fluida, honesta y lo qué a ella le parecía imposible de aceptar, en poco tiempo entendió qué la "no aceptación" a la realidad personal provoca mayor frustración y complejidad.
Su angustia, ansiedad y su sentido de soberbia, no conciente, no fue el mejor momento para convencerla de lo posible que es recuperar la confianza en sí mismo, la de la familia y además para darle a conocer qué un diagnóstico bipolar no es una marca, ni etiqueta, ni una enfermedad mental, sino un síntoma de inmadurez emocional que nos impide bien razonar.
No es que todas las personas con bipolaridad seamos iguales, pero el factor común que nos une, es justamente el no saber qué hacer con lo que nos complica, peor aún si nos hace sombra algún trauma no resuelto.
Cuando se nos dice Ud. es paciente bipolar y de por vida tiene que mantener un tratamiento, lo cierto es qué si no entendemos nada, por lo menos intuimos que no es algo bueno.
Pero en el tiempo comprenderemos que esa noticia es mucho más que un diagnóstico y un tratamiento, es una gran oportunidad para preguntarse ¿Quién soy yo?
Pero desafortunadamente la apreciación primera que hacemos de sí mismo, es evaluarnos a través de la critica de los demás, los complejos personales y los malos recuerdos.
Pero esta vez, Ester hizo un giro de interés... y me hizo mención a un párrafo de un libro que retomó en estos días, qué decía algo así,
"... y no reconocemos que llegamos a la vida empujado al mundo como un desconocido y que nada más ni nada menos es "uno mismo" en un lugar y un tiempo no solicitado y con una personalidad no cincelada... sin saber si la propia existencia tiene algún sentido"...
para quien ingresa a este umbral denominado bipolaridad, es una oportunidad para cincelar con calma su personalidad, porque de lo incierto surgirá el estímulo para madurar... dando sentido a la propia existencia en algo qué antes no nos habíamos detenido, "aceptarse a sí mismo" para conseguir confianza y optimismo.
Puedo reconocer, sin desconocer a todo aquello que ha sido parte de mi formación, qué este transitar por el trastorno bipolar, ha sido la mejor escuela para valorarme, corregirme y entender qué mi propia bipolaridad, es reflejo de lo que puede llegar a desarrollar cualquier otro paciente como yo, porque para nadie que decida centrarse en resolver qué es lo que lo confunde, no será un impedimento para ser autosuficiente y gozar de esa autonomía intelectual, que nos permite pensar de forma reflexiva, critica y global, además de esculpir la propia espiritualidad.
El Trastorno Afectivo Bipolar, es una enfermedad que si bien es cierto, nos priva por períodos de alteraciones que necesita de apoyo médico y terapéutico, no nos impide ser personas capacitadas para entendernos a sí mismo, como a los demás.