No hay que perder un segundo para dar gracias por existir, ni las nubes que cubren la luz del sol ni el viento que se lleva las hojas del otoño, pueden detener lo que tenemos para dar, sin esperar nada a cambio por recibir.
Y eso no significa ser tonto, significa comprobar que nada nos falta porque en nosotros vive lo que necesitamos para sí mismo y lo que puede necesitar otro.-
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