La experiencia de compartir la angustia de algunas madres de pacientes Bipolares, me dice que se hace más difícil la relación madre/hijo, con la actitud desmedida de las madres en relación a la sobreprotección y en el trato cotidiano, como manifestación de comprensión a los estados que experimentamos los pacientes, lo que no ayuda a una sana convivencia.
Desde hace un tiempo acompaño a Martina, madre de Raquel, quien como muchas mamás no saben cómo hacer con ellas mismas, para sobrellevar los sentimientos que se confunden ante lo desconocido y al ver lo que afecta en este caso a los hijos.
En principio no había razón que la convenciera, sus propios miedos, tapaban cualquier buena razón que le mostraba al ser comprobada en la manera que enfrentó esta experiencia mi madre conmigo, quien nunca se derrumbó, ante todo, porque ella con su humildad espiritual, siempre nos inculcó y marcó la diferencia ante la vida con la fe en Dios.
Martina se puede felicitar a sí misma, hoy le hice escuchar este escrito y emocionada dijo: "Hablas de mí".
Como madre fue obediente con ella misma, se hizo una agenda de nuevos propósitos y aprendió que la satisfacción personal es también un medio de tranquilidad para otros y qué para ser independiente es necesario, realizar tareas sencillas que calman y pueden ser inspiración para quien busca calmar sus inquietudes.
Así fue como la madre de Raquel cambió la desesperanza, por abocarse a desarrollar una nueva rutina en casa, se ocupó de reparar lo que había dejado de lado, se deshizo de lo que estaba demás, puso atención a no comprar más de lo necesario en el supermercado, dejó de hablar mal de otros, se dio espacio para escuchar música, cambió su duda por saber esperar la decisión de los médicos psiquiatras, logró darse valor más que dar aliento... guarda silencio hablando con Dios, abandonó la queja, dejó de complacer a su hija en todo lo que ella como madre creía necesario, más bien se llenó de satisfacciones personales y finalmente reconoció, que quien provocaba mayor roce en la relación diaria, era ella misma, por querer evitar alterar la bipolaridad que se hizo menos alterada cuando se ocupó de su propio bienestar, sin buscar la realización en aquello que aún siendo proyección de su existencia, no es de su total pertenencia.
La realidad que vive un paciente, mas bien requiere que lo ayuden a saber esperar, los tiempos de desarrollo, inclusive, de un pensamiento, no despierta al mismo tiempo en uno que otro, una buena compañía es estar ahí, sin desconfiar.
No siempre lo que creemos que es mejor, es lo que otro necesita de nosotros, a veces, en este caso, lo mejor para un hijo, puede ser no ver preocupada a su madre.
No busques la calma afuera, la calma viene en lo que cada persona elige para vivir.
Susana Rodríguez Hidalgo.
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