El Trastorno Afectivo Bipolar, es una enfermedad que aún siendo considerada que va en aumento, el diagnóstico tardío sigue siendo un factor que perjudica la estabilidad del paciente, no son los síntomas suficiente razón para definir el tratamiento, lo que es una problemática mayor para quienes se afectan por primera vez.
Las personas que hemos logrado el equilibrio con un buen tratamiento, acompañado de terapias psicológicas, podemos reconocer que además de ser disciplinado para no recaer, lo más importante pasa a ser el significado de "amor propio", porque es el amor a sí mismo lo que nos permite reconocer el valor que cada uno tiene como persona, aceptando lo que nos corresponde por sobrellevar como enfermedad, pero sabiendo qué no somos los causantes de esta.
Sin considerar el respeto para si mismo, difícilmente podremos fortalecer nuestro espíritu para tolerar aquel juicio social equivocado de la
"estigmatización", ese estigma que conlleva la intención de perjudicar con su ofensa, menoscabando la dignidad de los pacientes Bipolares como persona.
Es por eso, que hoy y siempre, me siento con el deber y el derecho a defender, lo que no solo en mi caso, pudo haberme perjudicado en algunos aspectos como persona sino a tantos otros muchos pacientes, que han sido abandonados y discriminados, por un diagnóstico que no impide que los afectados podamos demostrar lo que son sus principios y valores.
El impacto emocional que vivimos los pacientes, nos impide recuperar los sentimientos de confianza en sí mismos, perdiendo el sentido de personalidad, carácter y actitudes, lo que no es fácil de recuperar mas aún siendo enjuiciados, de allí la tarea individual, aprender que el primer amor necesita trazar un límite, para que ese amor, primero sea para uno mismo.
Después de haber perdido la razón, nunca más me aparté de la oración.
Susana Rodríguez Hidalgo.
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