Comúnmente ante lo que nos incomoda terminamos buscando un culpable, sin reconocer que todo parte de nuestros temores.
Dos cosas no fue fácil de comprender de las terapias recibidas... qué significaba vivir mi realidad y la importancia de quererme.
Terminé reconociendo qué la realidad si bien es cierto es seguir las normas que siguen las personas, en mi caso, mi propia realidad sigue teniendo relación con lo que siento... siendo necesario para eso, hacerme responsable del control de mis emociones.
... lo bueno de las terapias, es que uno no se puede engañar a sí mismo, a veces, es tan profunda la decepción, que a uno le resulta difícil creer que será posible quererse a sí mismo, después de todos los intentos, descubrí que el secreto terminó siendo la aceptación a mi real persona, con su particular personalidad y características físicas, las qué cualquiera que fueran, no tenían necesidad de máscaras.
Entre más años más natural, menos complejos.
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