Cuando dejamos correr un lápiz sobre un papel sin planificarlo, encontramos cosas que antes no pensamos.
Basta hacerlo para conectarse con la propia esencia, es decir con aquello que define a la persona en su naturaleza, invariable, incuestionable, que aflora para materializarse a través de las cosas y de la conciencia.
Como éstas, las que antes de escribirlas no sabía que eran parte de mi existencia.
No hay flor que no sea frágil, sutil y que deje de dar brillo con sus colores a la naturaleza.
Plantar sirve para comprobar que no somos el centro del universo.
Mas allá de lo que vemos, creemos, sentimos o deseamos, existe lo que desconocemos.
Sin un rayo de luz se apagaría lo bello y puro.
Quien da lo justo recibe lo necesario.
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