Cuando nos equivocamos es porque no ponemos atención a lo que pensamos.
Pareciera lógico esta afirmación, pero de acuerdo a mi manera de pensar no es así, porque aún siendo el pensamiento algo intrínseco en el ser humano, no significa tener la seguridad de estar atentos a lo que pensamos ni de elegir los pensamientos más convenientes para no hacernos daño.
Antes de mi bipolaridad, una de mis grandes equivocaciones, fue pensar más en el que dirán que en disfrutar de mis principios y valores.
Después de perder el control de mi propia realidad, me vi en la obligación de poner en observación a mi real manera de sentir, pensar y de actuar y poner en orden el desarrollo de mi existencia.
Y fui comprendiendo que perdí mucho de ser quien soy, por agradar, perdí tiempo en hacer uso de mis derechos como de mi autonomía, di importancia a la opinión incluso malintencionada, no fui capaz de poner en la ignorancia misma a aquellas... que me perjudicaban.
Pero, aprendí a qué cada quien se haga cargo de sus pecados, de sus envidias, de sus complejos y de todo aquello qué, a veces, a uno la toman como desahogo.
Mi falta de madurez no fue por falta de responsabilidad, fue más bien por timidez, ante el poder ajeno que me impidió el libre desarrollo de mi naturaleza.
Lo más importante que he hecho en mi vida, arrancar las malezas para hacer de mis nuevos capítulos, el más hermoso de los jardines.
De mis grandes equivocaciones, aprendí a elegir lo que pongo en mi pensamiento.
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