Comúnmente pensamos que la salud mental, depende del lugar dónde vivimos y con quién convivimos y he comprobado que siempre será bueno, mientras se viva en armonía en cualquier lugar del mundo.
Pero, en la realidad a la sensibilidad no se le engaña, todo aquello que nos afecta en el alma, trastoca la salud no solo mental, sino física.
Viejos y jubilados, nos vinimos a pasar la vida de tiempo sin horarios a más de 2.600 km. del Desierto de Atacama dónde nacimos con mi marido, vinimos a estacionarnos al otro extremo de Chile, un lugar desconocido para nosotros la Gran Isla de Chiloé; donde hemos recorrido más de cuarenta pueblos de los cientos que la componen y donde habita la gente sencilla, honrada, creyente y generosa, trabajando la tierra, sembrando de acuerdo a como lo hacían los huillichis y los mapuches originarios de la zona, los que aún existen, manteniendo su sabiduría y tradiciones.
Donde por primera vez vemos amamantar a sus crías a los animales en el campo, a reconocer el canto de las aves, las hojas y el nombre de árboles nativos y a entender un universo que no se aprende en los libros, el significado de ser reservado y de aprender para no depender de otro.
Además del trueque, del significado de sobrevivencia donde a nadie nada le falta, "lo que necesitas tú lo tengo yo y a cambio lo que me pueda servir a mi, lo encuentro en ti" porque todos siembran, todos son conocedores de la sobrevivencia y de mantener esa sobrevivencia, aún sin dinero de por medio.
Pero, a 1.300 km. de distancia en la capital de mi país Santiago de Chile, de un momento a otro estalla la violencia social, por una sociedad más justa en igualdad de derechos. (Octubre 2019)
Y entonces vuelvo atrás, "a la sensibilidad del alma no se le engaña", sigo rodeada de todo lo que me conmueve en lo espiritual y humano que se vive en el archipiélago de Chiloé, pero ver en llamas los pasajes del diario vivir en mi país, no se apaga con la paz personal.
Me reafirmo en lo que tantas veces uno como paciente rechaza y se queja, hasta cuando más medicamentos, hoy he tenido que recurrir a pedir opinión sobre las dosis a mi médico psiquiatra y vuelvo a comprobar que el miedo a lo inestable, sin yo probocarlo, me vuelve vulnerable.
Puedo ser solidaria, comprensiva, empática, pero a veces no me sirve de nada.
Susana Rodríguez Hidalgo.
www.yobipolar.com
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