Uno de los hechos más relevantes de esta enfermedad a diferencia de otras, es que a todos quienes la padecemos nos afecta de la misma manera.
Porque los síntomas de este padecer tiene su raíz en lo humano y en esa confusión que nos impide confiar en el bien al sentirnos dominados por el mal y es eso, lo que nos permite comprendernos entre sí, porque somos espejo de la incertidumbre y del temor a quedarnos atrapados en lo injusto.
Sin embargo, lo injusto nos vuelve comprensivos con el igual a mí, desde donde ninguno es capaz de burlarse del otro o envidiar porque alguien se recuperó, escuchar y callar es el principio de lealtad y respeto y el primer aprendizaje que este mal, no alcanza a transformarnos en seres perversos.
Siendo algo tan personal, hay algo que puedo asegurar, nunca temas a que dejarás de ser tu, porque de compartir con más de cientos de personas con esta enfermedad, es real que este fenómeno, no tiene poder para cambiar la buena esencia.
No te distraigas dando explicaciones o sembrando quejas, confía y alimenta tu vida, respirando siempre profundamente.
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