Una de las complicaciones comunes en el paciente que se trata con un médico-psiquiatra o psicólogo, es cambiar constantemente de profesionales, decisión que nos perjudica en varios aspectos.
Principalmente en no avanzar en los tratamientos.
Si bien es cierto, es necesario hacerlo cuando no vemos mejoría o avance durante un tiempo prolongado, también es cierto que el cambio constante, se puede deber a nuestra falta de "no saber comunicar bien lo que sentimos, como lo que pensamos" y a la vez "no saber preguntar lo que no entendemos", es cierto que no nos es fácil enfrentar a los profesionales, es propio que nuestra condición de "inseguridades o confusiones" nos inhiban, impidiéndonos atrevernos a confesar lo que se nos pasa por nuestra mente.
Hemos de admitir que a un médico o un terapeuta, el principio de su conducta es la ética, es decir, que no está para perjudicarnos, porque además de su ética, lo que lo define como profesional, es su vocación de servicio, por lo tanto, el enfermo puede confiar que el "respeto entre paciente y profesional es mutuo"
La queja común de los pacientes, es que el médico psiquiatra no le conversa, pero sabemos que el médico está para evaluar el resultado de los medicamentos y qué no es nuestro terapeuta; independiente de eso, al paciente tampoco le gusta que lo corrijan o exijan, mientras no nos volvamos obedientes, ningún profesional nos parecerá adecuado.
Como regla general no se debe abandonar al profesional, sin antes hacerle saber porqué quiere dejar de asistir a sus terapias, porque el principio de la relación profesional-paciente, es lograr entender la problemática en busca de una solución en conjunto.
Antes de asistir a las consultas, es bueno llevar un recordatorio de lo que nos aflige y al final de cada cita, crearnos una ayuda memoria que nos ayude a reflexionar sobre lo que se nos dijo.
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