A tus enemigos puedes enseñarles que no vale la pena
amargarse por ti.
Más que responderle a un niño como son las cosas, mejor pregúntale
qué piensa él.
Para que alguien conozca lo bueno de ti pueden pasar años y cuando alguien lo descubre, piensan que tú has cambiado.
Si esperas que alguien sea cordial, deferente y respetuoso,
ese alguien de quien lo puede aprender es de ti.
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