Una de las características comunes en pacientes bipolares
es ir en busca de respuestas en otros, es común y pareciendo ser lo más cómodo resulta lo menos conveniente a la hora de tomar decisiones.
Muchas veces nos asombramos como es qué decimos algo que pudo
decirlo un gran filósofo y es que la naturaleza humana guarda sabiduría innata
y un universo donde se depositan respuestas que están en todos.
La problemática afectiva de este diagnóstico bipolar, radica
justamente en no haber sabido distinguir lo favorable o perjudicial para uno mismo, si bien es cierto el principio
de nuestro desajuste mental es provocado por situaciones adversas, una vez comprendido
esto, lo más importante será aprender qué más que controlar las emociones, "sumar
y restar todo aquello en lo que nos involucramos".
Por eso es tan necesario vivir revisándonos y considerar la importancia de hacernos humildes, es decir hacernos conscientes
que no somos tan poderosos como lo podamos sentir o parecer y tomar en cuenta que en algunas
personalidades donde no hay interés por cultivar humildad, se dificulta más el bienestar al activar el descontrol
de impulsos la propia soberbia.
-“La soberbia (del latín superbia) u orgullo (del
francés orgueil) es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los
demás. ... Por ejemplo, una persona soberbia jamás se
"rebajaría" a pedir perdón, o ayuda etc. Otros sinónimos son:
altivez, altanería, arrogancia, vanidad etc.”-
El paciente bipolar consiguiendo su tratamiento y habiéndose hecho
cargo de él, está absolutamente capacitado para discernir, comprender,
distinguir sus propias conductas, hábitos y determinar bien y mal, bueno o
malo.
Algo favorable de esta patología es considerar que la persona
no pierde su conciencia, de allí que pueda hacerse cargo de sí mismo, aceptando
que su bienestar empieza en “su propia manera” de hacer sus elecciones
personales, evitando no salir
perjudicado.
Las facultades humanas son aptitudes naturales para todos
por igual, siendo la base de cuidar cada persona su propia integridad.
Susana Rodríguez Hidalgo.
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