Somos esencia, tenemos una personalidad,
pero ninguna enfermedad nos define.
Es por eso que debemos separar el diagnóstico con lo que somos como seres humanos, manteniéndolo controlado con lo que corresponde, "el tratamiento", el tratamiento siempre será el principio de nuestra salud mental, bueno y necesario para no mal pensar y para refugiarse en el buen espíritu.
Comúnmente no nos
desconectamos del TAB, siendo que esta denominación significa estar fuera del sano
juicio, sin considerar que el Trastorno Afectivo Bipolar, desaparece cuando logramos tener claro "que somos capaces de responder por nuestros propios actos".
El TAB es algo que nos
vuelve vulnerables y nos afecta como lo es una gripe, un enfriamiento nos enferma,
necesitando tiempo para recuperarnos, luego la gripe desaparece, pero no
significa que una gripe nunca más se repetirá, el autocuidado evita recaer, la
afección bipolar funciona de manera similar, en relación a que desaparece, pero recae al "exponernos a situaciones
emocionales complejas", cuidarnos de entrar en conflictos, permite mantenernos alejados de aquello que activa
el TAB, como es la ira, los malos pensamientos, la pelea, los celos.
Cuando descubrí que desde lo que siento se activa lo bueno o malo, cuido de evitar todo aquello que a mí no me parezca bueno.
La psiquiatría me ayudó a
darme cuenta que acostumbraba a complacer y parecer bien y sin que nadie me lo pidiera, viví reconociendo mis defectos y cuando alguien me los hacía ver le daba la razón,
hoy me alimento de aquello que nunca antes supe que era lo mejor de mi, mis
propias virtudes.
Es cierto que todos somos
personas valiosas, lo sabemos cuándo aprendemos a valorar el principio de "nuestra capacidad de respeto a sí mismo".
Cuando dejamos que un diagnóstico
asociado con locura nos convenza que estamos o que somos locos, no estamos reconociendo que la
locura se mantiene en la ignorancia, de todos quienes no entienden que la bipolaridad trastoca los sentidos porque la "raíz de esta enfermedad radica en el miedo", en el miedo a no saber qué hacer con aquello que "nos
intimida". Recurriendo quienes la experimentamos, a perder la razón por no saber qué hacer con lo que no
entendemos del mal espíritu. Todo esto y más, lo sé porque me lo enseñó la misma
enfermedad. Es por eso que no me hago cargo de lo que no
entiendo. Que se haga cargo quien tenga que hacerlo, porque yo aprendí a
dejar pasar al mal que no es mío, pero que hace presa de mí cuando le temo.
Cada quien se refugiará donde encuentre su paz, yo la encuentro en el Padrenuestro.
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