Cada crisis es un
retroceso, es un deterioro para las neuronas y también un motivo para que los
demás se cansen al no saber quehacer con nosotros.
Siendo que quién tiene que saber qué hacer con lo que nos ocurre, es uno mismo, una verdad inconclusa por resolver que nos pertenece.
Difícilmente es posible darnos cuenta qué es lo que nos hace
recaer, casi imposible, principalmente porque después de experimentar la
confusión, miramos la vida cómo un accidente y no como lo que somos, legítimos dueños
de los hechos incomprendidos.
Las alteraciones siempre esconden un motivo, una raíz, que nos
afecta a tal punto de no saber qué decir y es lo que debemos revisar, del
porqué eso nos hace padecer, influyendo de tal manera, que llegamos a perder no
solo el equilibrio, sino la falta de valor.
Las causas de la bipolaridad son netamente afectivas, es
decir tienen relación directa con el sentimiento, sensaciones internas que nos
generan diversas inclinaciones, como por ejemplo el rechazo hacia otros, como
también a situaciones o cosas que finalmente nos afectan y nos confunden.
Podemos deducir, entonces, que nuestros desequilibrios afectivos, aún dependiendo de factores externos, nuestra armonía, dependerá de la manera personal de cada uno, de como evolucione en su manera de sentir.
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