El mejor alimento para que alguien cambie sus aparentes errores, equivocaciones o defectos es no
juzgarlo (opinarle con dureza) todos necesitamos ser comprendidos y valorados aún estando fuera de la normalidad, porque todos en cualquier momento, sin darnos cuenta, podemos salir perjudicados, dañados incluso destruidos, sin saber cómo revertir lo que tanto duele y afecta; la oposición, el juicio severo, no es una ayuda por el contrario, agrava el estado de sentirse perjudicado, lo que curiosamente aún dentro de su problemática, la persona afectada lo reconoce como la no aceptación del otro a lo que sufre.
Para comprender no se necesita tener razones poderosas, sino
un corazón comprensivo y bondadoso, para mirar al desvalido más que como un
rebelde, como un ser que quiere salir de lo que le pasa y de entender por qué le pasa y qué
hacer para no vivirlo.
A veces, un vaso de agua, un decir tranquilo o una palmada en la espalda, calma.
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