¿Qué son los valores? Los valores son principios que nos
ayudan a distinguir, apreciar y elegir algunas cosas en vez de otras.
Es aquello que nos ayuda a preferir lo importante que es
elegir una conducta u otra, los valores nos dan la posibilidad de integridad y
satisfacción al elegir de manera independiente nuestro actuar, la elección
personal de los valores refleja nuestros intereses, sentimientos y convicciones
más importantes.
Comparto aquí una lista de algunos de los valores que pueden ayudarnos a hacer más grata la vida.:
La prudencia: es una virtud, es aquella cualidad que nos
permite cuidar de las situaciones difíciles. Es esa capacidad de actuar con
cautela, analizando y comprobando información antes de tomar una decisión,
examinando las posibles consecuencias de nuestras determinaciones, nos permite
controlar los impulsos que a veces nos dominan.
La prudencia, nos ayuda a tomar con prevención las acciones
para evitar dificultades y hacer de los hechos algo a favor.
La fortaleza; nos da fuerza para resistir aquello que nos
parece imposible de superar, nos ayuda a dejar de ser extremadamente sensibles,
a conocer la valentía y luchar por nuestros ideales y por todo lo que queramos
alcanzar como sentido de vida. La fortaleza sin paciencia se resiente y caemos
en la tristeza y abatimiento.
La paciencia; es superar las molestias presentes con paz
interior con la serenidad de que el bien deseado llegará. Es saber esperar, es
aprender que cada cosa tiene su tiempo y que la recompensa llega.
La perseverancia; es seguir con fuerza y determinación lo
que nos proponemos, es llevar a cabo las acciones hasta alcanzar lo que hemos
decidido.
La comprensión; la comprensión está unida a respetar y amar
a los otros, como también en la capacidad de ponerse en el lugar de lo que le
pasa a alguien. Considerando que desde este valor denominado comprensión,
podemos hacer algo innato en nosotros como seres humanos, podemos
generarla y brindarla a través de la buena voluntad. La comprensión siempre
apuntará a un bien en conjunto, radicando en el afecto y la buena disposición
para entendernos entre sí.
El respeto; es el derecho a ser considerado con un valor por
sí mismo que se establece como recíproco. Toda relación humana que no se base
en el respeto, difícilmente será profunda y valedera. El respeto comienza en el
reconocimiento de sí mismo al ser persona individual, considerando esto debe
ser considerado como respeto mutuo.
El optimismo; nos servirá para confiar equilibradamente en
las posibilidades de ayuda; confiando en los demás, ante cualquier situación
distinguir lo positivo y las posibilidades de mejorar que existen. El optimismo
nos aparta de la desconfianza, del pesimismo, de la soberbia, nos permite
liberarnos de ese cuerpo encorvado por nuestros temores y nos alienta a poner
lo mejor de nuestros esfuerzos.
La lealtad; es el compromiso a largo plazo con los demás y
no sólo lo que se necesita y es útil para uno. Es la entrega para construir una
realidad y estabilidad de valores duraderos, reforzando a lo largo del tiempo
la fidelidad.
La obediencia; la persona obediente acepta en un acto de
decisión interior, libremente, siempre que no se oponga al bien, es decir que
no lo perjudique.
El ser obediente a lo que se piensa, se siente y se hace,
nos lleva a ser más pleno y maduro. El querer cambiar a toda la humanidad es
algo ilusorio, pero aspirar por un cambio interior pensando en el
beneficio que brinda la obediencia, puede permitirnos ser un ejemplo para
dar apoyo y fortaleza a otros.
La templanza: es realizar un orden en el interior del alma,
del propio yo, donde aquello que se presenta en nuestro interior como desigual,
logre la armonía. Es una auto conservación desprendida, donde ponemos la mirada
y la voluntad.
La responsabilidad; es aceptar o tomar decisiones haciéndose
cargo del resultado de ellas, es comprometerse con nuestras acciones. La
responsabilidad también incluye el respeto, tanto por sí mismo como por los
otros.
El orden: este valor es el que conduce a disolver las
confusiones, a distinguir lo importante de lo secundario, a manejar el tiempo
en beneficio de la salud mental y psíquica, a elevar los objetivos para lograr
las metas deseadas.
El pudor: la persona que posee pudor cuida y respeta su
intimidad y la de los demás, mantiene su seguridad interior resguardada de
extraños, rechazando lo que pudiese dañarle, mostrándola solo cuando sirve a su
bien.
La sinceridad: Es manifestar con claridad y en el momento
oportuno, lo que se piensa, siente y hemos visto en relación a una situación.
Ser honesto, prudente, ver la realidad de forma clara, distinguir con mesura el intercambio de ideas, poder rectificar nuestros errores, ser leal.
La sencillez: la sencillez nos permite tener relaciones más
fluidas, fáciles y quizás más relevantes, nos permite vivir en un estado más
cercano a la plenitud y paz, ya que no estamos actuando roles frente al mundo,
sino que estamos siendo sencillamente quiénes somos; abandonando estrategias y
astucia, respetando el pudor y la prudencia para saber hasta dónde, cómo y
cuánto puedo mostrar.
La amistad: siempre deseamos encontrar un buen amigo y la
amistad también se encuentra en nosotros para entregar generosidad, para
compartir alegrías, tristezas, logros, etc., como si fueran propios para que
mutuamente sigamos por el camino del bien. Es necesario evitar una amistad
excesiva, que pueda volverse muy dependiente, invadiendo y atropellando
nuestros derechos.
La generosidad: “El que da es el que más recibe” es estar
conectado con el bien del otro, aunque cueste un esfuerzo, considerándolo como
un sentido de vida; es dejar de pensar en la propia satisfacción.
La laboriosidad: la persona laboriosa, busca realizar con
empeño cualquier quehacer diario; hay pasajes de nuestros estados que nos
mueven sólo a la pereza, pero no es motivo para pensar que no volveremos a la
autorrealización.
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