Comúnmente no estamos conforme con el diario vivir, pensando
que lo que no nos resulta, es por la manera en cómo nos formaron o porque la
suerte que tienen otros no es lo que nos correspondió en la vida.
Recuerdo a uno de los médicos psiquiatras que alguna vez me
orientó, responder con firmeza cuando asocié mi comportamiento a las normas
recibidas, enérgicamente manifestó la importancia de "hacerme cargo de mis
propias conductas, sino nunca iba a cumplir con mis propias responsabilidades".
Esto fue un gran aporte en mi rehabilitación, porque es cierto que lo que
pensamos o sentimos tiene su raíz en el tiempo pasado, pero nadie más que uno
podrá considerar qué necesita para empezar de nuevo.
Después de todo llega un momento donde uno debe aprender a
caminar solo, psicológicamente, emocionalmente, no solo para cuidar sus propios
actos, sino que cuidarse también de los actos de los demás.
Cuando se habla de auto cuidado, podríamos decir que estamos
hablando de auto disciplina, poner atención a nuestra nueva manera de
conducirnos, sin estar a la espera que los demás sean protectores de nosotros, pensando en conseguir ser independiente y seguros, lo mejor para no seguir decepcionados e
incomprendidos, es no esperar la atención de los demás, sino mas bien darse cuenta de cuál es centro de lo que nos favorece.
Mientras se está enfermo, es cierto que necesitamos todo lo
que los demás por iniciativa propia hacen por nosotros, pero una vez
rehabilitados, seremos capaces de disciplinarnos en el orden, los impulsos, los
horarios, y mantener como principio la perseverancia.
Es la disciplina quien nos lleva a la claridad y capacidad
para reconocer por sí mismo nuestros deberes, cubrir nuestras necesidades e
incluir el comportamiento prudente en el sentido común de lo social.
La palabra disciplina ayuda a proyectar lo bueno de cada
uno.