En
uno de los encuentros de los días lunes, por primera vez se abre un diálogo donde queda demostrado, lo real y necesario que es el respeto al mundo tan
particular de cada asistente.
Durante mucho tiempo una joven universitaria de
nombre Marilú, correcta y reservada, concurre a participar de las reflexiones
de los días lunes en el Grupo de Autoayuda para Pacientes Bipolares y Depresivos
en Psiquiatría del Hospital del Salvador.
Entendiendo la manera de cómo conducía su
personalidad, fue que durante un largo trayecto compartido tan “solo una vez”
le hice una pregunta directa a ella, en esa oportunidad se sintió
sorprendida y tal vez no estando de acuerdo en declarar lo hizo y compartió un
pequeño paréntesis de su vida, como cualquiera de los otros asistentes.
Hace
poco nuevamente alguien la llevó a
responder ¿Qué le faltaba para estar feliz? esta vez se expresó con
sinceridad y entusiasmo y por primera vez se emocionó frente a todos los presente, quienes
siempre nos comprendemos.
Después
de conocer solo en dos oportunidades, sobre lo que ella siente y piensa, le
comenté: Desde que te conozco siempre intuí que no querías que indaguen sobre tú vida y eso lo respeté, pero al pasar del tiempo, te noto con menos miedos
que antes… y reconoció que es así, ella se siente más madura y orgullosa por sus logros y eso le permite
sentirse segura de lo que ha conseguido como persona.
Entonces
le pregunté ¿Desde cuando asistes a las reuniones? dijo: Desde el 2014 y
estamos terminando el 2017…
"Solo
una pregunta de mi parte" durante tantos lunes compartidos, dentro de tres años con
Marilú, me provoca gran satisfacción, haber
percibido que su decisión de participar tan solo como oyente, le ha sido
suficiente para crecer.
Detalles como estos, hacen que en nuestros encuentros no se genere lo insignificante.