Es muy común que creamos que nuestras razones son propietarias de nuestras equivocaciones... es así como luego sumamos culpabilidades, pero tiene que llegar un instante, donde reconocer que nuestro actuar no solo tiene su raíz en las razones,
a veces, no bien pensadas, sin considerar dónde van a ir a parar.
Sin embargo, existe un principio de origen personal que nos hace libres, donde solo uno puede entrar, para conseguir ahondar en el “conocimiento personal” generando el “significado de conciencia”
en el “propio mundo interior”
Cuando se habla de “mundo interior” pareciera ser algo inentendible,
para el común de las personas, así de desconocido lo fue para mí también, lo
que hoy entiendo cómo el mundo correcto donde vive lo insondable de
lo que sentí y pensé… sin saberlo, allí es donde hoy, puedo mirar mi más profunda
verdad, no solo donde puedo aclarar mi razón sino donde puedo tocar el mundo sensorial.
Somos más que un nombre, un cuerpo, una situación, del dolor aprendí que nadie más que el propio sujeto puede entrar allí, donde
vive la raíz de lo más profundo de lo que nos distingue como ser humano.
Allí descubrí, la
manera más cierta de abandonar la opinión ajena, lo superficial, lo inentendible,
lo insuperable, etc.
Y todo está relacionado con el conocimiento que cada ser humano,
puede conseguir de su propia existencia en relación a su conexión con su “consciencia”
en busca de la satisfacción.
Siendo lo primero como elección personal el deber de vivir
mejor.
Muchas veces, más bien vivimos arrimados a lo que nos merecemos y no a lo que debemos cumplir como deber consigo mismo por un desarrollo íntegro, propósito fundamental para sostenernos en las propias convicciones.
Después de experiencias inexplicables, como lo es un
trastorno del ánimo, la mínima intención, será
abandonar el nivel primitivo al que nos arrastra los impulsos de la enfermedad,
perdiendo fe, personalidad, criterio, paz y decoro.
Es eso, lo que en mi caso, me puso en el camino de la
retirada hacia el silencio, para abrazarme a mi fe, desde donde logro dialogar con la superioridad
de mi ser, desde mi mundo interior, que aún siendo único, es el mismo camino a
seguir para todos, un camino que permite el retorno a la paz.
Después de alimentarse de la “propia consciencia” descubrimos que el mundo no es otra cosa que uno mismo.
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