Dentro de las personas que acuden a los encuentros de los
días lunes, alguien me confesó lo mucho que le servía y le gustaba asistir, pero
dentro de todo había aprendido a ser tolerante, al tener que aceptar que yo
Susana, hablara de Dios y sonreí, porque su inocencia y su dulzura era reflejo
de Dios.
A veces no sabemos que Dios es quien jamás te haría temer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario