La bipolaridad no es una enfermedad que se presente con un
solo tipo de característica, este diagnóstico se compone de diversas manifestaciones
que hacen actuar a la persona a través
de distintas conductas, con síntomas y señales diferentes y no todas de una
vez; cuando perdemos el equilibrio del ánimo, no es sola una la manera de
reconocer lo que nos está pasando.
A veces, puede ser la falta de interés por todo lo que nos
rodea, como también en otros momentos pueden ser delirios o alucinaciones que logran
engañar de lo que es la realidad o en otras ocasiones, permite sentir ser propietarios de
un potencial de las propias habilidades que nos lleva a sobreestimarnos a
creernos seguros y agradados con nuestra manera libre de actuar. La medicina
denomina a estos tres estados, como depresión, manía e hipomanía.
Cualquiera sea el síntoma, el autocuidado es el deber de quien la experimenta, la
bipolaridad pareciera tener el poder para no dejarnos ser feliz, pero no es así, la bipolaridad no tiene poder de
decisión, no tiene la capacidad de razonar, ni hacer elecciones, la bipolaridad
puede tomar una carrera sin control, cuando quien la conduce se lo permite.
De una decisión nace el resultado de la experiencia.
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