Una de las razones que menos nos ayuda en los estados de ánimo es reconocernos como personas vulnerables, susceptibles, estímulos propicios para sentirse dañado; no podría tener tan claro el significado de estas reacciones después de haberlo experimentado como característica de mi personalidad.
Si hubo algo para lo que sirvió el shock que enfrenté como bipolaridad, ha sido reconocer que dentro de todo lo malo, lo doloroso, lo indeseable, había algo provechoso para el desarrollo de mi manera de sentir y eso fue darme cuenta que aunque estuviera equivocada, no debía sentirme perjudicada cuando los demás no me entendieran, no estuvieran de acuerdo conmigo o fueren poseedores de algún mal comentario sobre mi persona.
"Tardé años en comprender que el valor real de lo que me corresponde vivir es lo que venga de mí".
Un alivio poder desechar lo que alteraba mi paz.
Lo que me afectaba, me derrumbaba, confundía, dolía y me hacía llorar, me impedía saber quién era yo.
Muchas veces en una terapia de grupo al plantear lo que me dañaba y al preguntarme las terapeutas: "si era verdad el motivo de lo que me hacía llorar", tantas veces dije no, sin darme cuenta que el mensaje era "que si no era cierto lo que me hacía padecer, no debía llorar"
Así aprendí a que no entrara en mí lo que no me pertenece.
No por eso dejaba de ser real la intención de otros por dañar, pero hasta hoy no es lo importante, lo importante es que no hay que detenerse en lo que hay que eliminar.
Fortalece tus debilidades centrando la realidad en tu propia verdad y satisfacción.
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