Cuando no ponemos atención a lo qué pensamos o a lo qué hacemos es más fácil caer, queramos o no, influye con quien nos relacionemos, hay personas más y menos equilibrabas que nosotros mismos, unos nos podrán ayudar a no cometer hechos riesgosos y otros disfrutarán logrando llevar a los demás al límite.
Decir ¡no! es el mayor gesto de valentía y de honor que podemos llevar como muestra de independencia en relación al autocuidado.
Una de las cosas que a muchos les hace sentir disminuidos es no poder beber alcohol, un agua tónica con rebanadas de limón, puede dar la misma idea de un trago de fantasía, para quien lo consume y también para quien lo ve.
Decir no, no tiene porqué decirse ni con mayor autoridad ni con molestia, decir no, también es posible demostrarlo dándose la vuelta porque se tiene algo que hacer.
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