A la unidad la sostiene la esencia, a la fidelidad el decoro, al amor la gratitud, a lo demás nuestros caprichos y egoísmo.
Para dejar de pensar, tendríamos que entendernos a sí mismo.
El que ama, siempre tiene temor de perder a su amor y el otro al perderle llora, porque creyó que ser amado, sólo él era merecedor de ese amor.
Hacerse cargo de uno mismo no es tan bueno, como hacerse cargo de las molestias que causamos a los demás.
Aquel que demuestra su valor por los títulos que avala su saber, siempre podrá aprender del ignorante.
Si tuviera que pedir un deseo, sería no perder mi capacidad de fe.
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