A quienes vienen enfrentando en sentido personal o en algún
familiar esta afección Bipolar, lo mejor será aferrarse a la tranquilidad, a
confiar que todo pasará y pasará. Hasta
ir encontrando los caminos necesarios para mejorar.
No olvidar que al estar fuera de la realidad, no hay capacidad
para razonar, para recapacitar o hacer caso de lo que se nos haga ver. Entonces habrá que considerar que el amor sosiega
y bastará aplicarlo en las más difíciles de las situaciones, para comprobar que el amor, serena.
Es importante saber que presentándose una descompensación, es
decir la enfermedad, el paciente debe ser tratado por un médico psiquiatra,
considerando que en lo posible el profesional tenga conocimiento de cómo tratar la
bipolaridad, en el sentido de los medicamentos apropiados para cada paciente, muchas
veces recurrimos primeramente al psicólogo, pero no es el orden que se debe seguir
para tratar la enfermedad, el psicólogo nos puede ayudar una vez que estemos
equilibrados, para hacernos comprender que no está todo perdido en nuestra vida, al presentarse estos episodios que son de orden afectivos, emocionales que tan sensibles
y frágiles nos hacen, apartándonos de la
realidad.
Dentro de todo lo que nos puede ir mejorando, es ir
descubriendo que ha sido lo que nos llevó a esta reacción patológica, enfermiza,
que nos ha afectado hasta descolocarnos.
Una vez estemos más conscientes de nuestras experiencias pasadas, aceptándolas como
propias de algo que experimentamos porque tuvo que ser así, empezaremos a
comprender que estamos más cerca de la imperfección que de ese idealismo mágico, que como seres idealistas siempre estamos esperando de la vida.
La bipolaridad enseña a vivir mejor, a ser compasivo con uno
mismo y a valorarse así mismo, un nuevo camino para descubrir, esta experiencia nos demuestra y enseña que somos mucho más capaces de superarnos de lo que antes estábamos acostumbrados.
Confiar en lo bueno reconforta el alma, permite recuperar la felicidad
y también hacer feliz a otro.
Susana Rodríguez Hidalgo