Siendo muchos los correos que llegan en busca de orientación, expresándose en sinceridad, recibí unas palabras de alguien que estaba muy alterada.
Comparto aquí un ejercicio que Patricia aplicó y que es bastante efectivo, por correo y sin conocerle le sugerí que escribiera todo lo que la angustiaba, la descontrolaba y que después de terminar, no repasara lo escrito y se deshiciera de lo que había puesto allí, así logró despejarse sin necesidad de tener a alguien al frente que la escuche.
Les dejo esta posibilidad que nos sirve para descargar a ese cerebro que tantas veces no para y a quien, estando confundidos, entre mas atención coloquemos más alteración puede generarnos.
Entre preguntas y necesidad de encontrar respuestas y abrirse en sinceridad, es que ayer fue un día especial, a la reunión llegó una paciente con quien iniciamos un diálogo limpio entre ella y yo, lo que permitió que Patricia sonriera y reconociera que hacía años no esbozaba una sonrisa, junto con decirlo, se deslizaron unas lagrimas en ella, al recordar que sus hijos se lo hacían notar, pero hasta ahora nunca ha encontrado como lograr sacar su amargura, amargura que ha pasado a adueñarse de su personalidad.
Esta vez analizamos qué responsabilidad o culpa tenía ella frente a una situación imposible de sobrellevar en el hogar y lo cierto es que ¿cómo se nos podría responsabilizar o culpar de todas las alteraciones que causan nuestros estados descompensados, si la fuerza de ese algo extraño, no nos permite tener auto control?
Hicimos un sencillo análisis y ella misma reconoció que era real el no estar capacitada para tomar con responsabilidad el deterioro de la familia, identificar eso, la liberó de la angustia y el sentido de culpa, aunque sea por ese instante eso tiene valor, su puesta en escena cambió, desaparecieron lagrimas y volvió la sonrisa como bálsamo que reconstituyó a esa alma extraviada, la que empezó a confiar que un nuevo camino puede hallar para revisar que hay allí que tanto la ciega y que no solo a ella la hace padecer.
Comprendió que todo no está perdido y entonces ahora a ocuparse de lo humano y lo divino, el cambio en algún momento ha de llegar.
Todos los asistente opinaron y la reforzaron, el paso a seguir será encontrar el médico que nivele sus descompensaciones y ha obedecer, pero tan importante como lo es el tratamiento de medicamentos, también es muy importante lograr una conversación donde más que la queja, podamos aportarnos lo bueno que nos pasa, aunque sea en menor grado que lo malo, pero empecemos por reconocer que a veces lo menos es más.
martes, 18 de octubre de 2011
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