Dentro de lo doloroso, incierto y de parecer una situación sin salida, también se puede encontrar la alegría.
Desde provincia, después de algunos años, recibo una llamada, en busca de orientación para una paciente a quien conocí y quien no ha logrado por años estabilizarse y más aún de un tiempo a esta parte, empeorando su situación con alcoholismo y consumo de sustancias, fuerte y triste realidad, María ni siquiera consigue que en el centro de rehabilitación puedan contener su estado.
No es fácil ayudar a tomar decisiones, pero basta conocer lo difícil que es lograr la vía adecuada, para emprender la búsqueda del camino a seguir.
Viajó hasta la capital junto a su familia, seis horas de viaje, luego a urgencia de uno de los excelentes Hospitales Psiquiátrico, María fue internada, ella misma le pidió al médico que aceptaran que se quedara allí, que ella no quería estar en la calle…
Luego de eso, nos reunimos con su madre y su hermana, compartiendo una larga y sincera conversación, lo cierto que como pacientes pasamos a ser seres con características incomprensibles, difíciles y generalmente inentendibles, pero cuando a la familia no se le ha endurecido el corazón, las cosas dejan de ser imposibles de remediar.
Fue emocionante ver una disposición absoluta a empezar de nuevo, después de analizar afectos, se puede comprender que si María actúa de tal manera, detrás de esa conducta hay razones externas que le afectan y que si hay un cambio de quienes ella quiere, sin duda ella también cambiará.
Insisto y hoy lo vuelvo a comprobar, más aún al reconocerlo su familia, que es fundamental que la familia conozca los mecanismos de nuestra enfermedad, que siendo de orden afectivo necesitamos de una unión familiar.
Hablaba con la hermana de María y ella se sentía lejana a ella, porque no coinciden en conductas y valores, pero la disposición de hoy nunca antes ella la sintió, confesaba querer saber siempre el por qué de todo esto y hoy se da cuenta que no tiene nada que entender, que lo que necesita María es de su entrega espiritual, del lenguaje de su alma y hacerle saber a su hermana que está con ella para apoyarla, para comprenderla y para quererla.
Y reconocía que ha perdido mucho tiempo de compartir esta verdad con María, que es mucho más hermoso que todos los cuestionamientos que se ha llevado el tiempo, sin aportar nada más que barreras entre quienes vienen de una misma raíz.
Por eso dentro de un dolor y gran preocupación, emocionadas las tres, descubrimos que nos embargaba una alegría, enfrentar algo tan delicado a través de una nueva mirada, junto a un compromiso renovado de amor, sin imposiciones, lo qué, sin duda, ayudará a que María no se siga refugiando en aquello que le hace tanto daño.
Una valiosa lección.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
jueves, 9 de septiembre de 2010
Un Sabor Amargo
Continuamente hay alguien que recurre en busca desesperada de saber de cómo sobrellevar la situación de un paciente, en este caso de una adolescente quien logrando haber estado estable después de un largo tratamiento en el servicio público y con continuo cambio de psiquiatra, el último médico comprobando que la paciente llevaba seis meses de estabilidad, decide suspender para siempre el tratamiento por considerar que no era bipolar.
Hoy una crisis mixta la lleva a retroceder en un estado crítico..., sin médico y más aún el no tener cabida de atención inmediata en un hospital.
El sistema de salud colapsa, la urgencia de un paciente no puede esperar, se agrava la situación para ella y para la familia, el desborde emocional no permite encontrar salida a algo tan complejo que se transforma sin freno.
Opiniones vienen y van, no faltó el psicólogo que le dice a la madre que ella es la que exagera la situación, como decidimos en Chile “otra cosa es con guitarra”, en lo que respecta a una enfermedad de orden mental, toda técnica queda corta; quienes llevamos tiempo en esto sabemos que hay sólo una solución, internación, medicamentos y que cuando no hay dinero no podemos lograrlo, las puertas para controlar la situación es una sola, nos corresponde el sistema público...
¿De dónde parte la negligencia? De aquél que retiró el tratamiento quien deja en claro, tomando la decisión, que para él los profesionales que diagnosticaron anteriormente se equivocaron. (¡Que barbaridad!)
Nos es primera vez que acontece este tipo de caso, da impotencia tener que enfrentar esta reiterada realidad, que un profesional vea al paciente como un número más, tomándolo con tanta ligereza, anulando el derecho de atención y lo mande para la casa sin ninguna consideración.
Me adhiero a la molestia, el dolor y la impotencia de la familia de Karina
Hoy una crisis mixta la lleva a retroceder en un estado crítico..., sin médico y más aún el no tener cabida de atención inmediata en un hospital.
El sistema de salud colapsa, la urgencia de un paciente no puede esperar, se agrava la situación para ella y para la familia, el desborde emocional no permite encontrar salida a algo tan complejo que se transforma sin freno.
Opiniones vienen y van, no faltó el psicólogo que le dice a la madre que ella es la que exagera la situación, como decidimos en Chile “otra cosa es con guitarra”, en lo que respecta a una enfermedad de orden mental, toda técnica queda corta; quienes llevamos tiempo en esto sabemos que hay sólo una solución, internación, medicamentos y que cuando no hay dinero no podemos lograrlo, las puertas para controlar la situación es una sola, nos corresponde el sistema público...
¿De dónde parte la negligencia? De aquél que retiró el tratamiento quien deja en claro, tomando la decisión, que para él los profesionales que diagnosticaron anteriormente se equivocaron. (¡Que barbaridad!)
Nos es primera vez que acontece este tipo de caso, da impotencia tener que enfrentar esta reiterada realidad, que un profesional vea al paciente como un número más, tomándolo con tanta ligereza, anulando el derecho de atención y lo mande para la casa sin ninguna consideración.
Me adhiero a la molestia, el dolor y la impotencia de la familia de Karina
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Los Unos y los Otros
Cuántas veces damos consejos a otros y no sabemos como llevar nuestra propia carga.
Así lo conversamos en la última de nuestras reuniones, la poesía es una buena manera de traspasar lo que en silencio aflora con mayor claridad, leímos un poema de uno de los asistentes, allí hablaba de todo cuánto es posible soportar con tolerancia, amor al prójimo y fe, pero quien lo escribió mas bien estaba entregando herramientas para otros, él se siente desorientado, abatido y frustrado de no saber cómo sobrellevar la bipolaridad de su esposa.
Duele escuchar más aún a un varón de buenas intenciones, el no saber cómo enfrentar la resistencia de ella al tratamiento. Y damos vueltas en lo mismo, no habrá un nuevo camino, ni tranquilidad, mientras no se acepte la enfermedad y más todavía si no se sigue el tratamiento.
¿Cómo hacer para que se despliegue lo que es simple y necesario?
Compartir con otros pacientes que estén estables es una buena manera de que no nos sintamos extraños, eso ayuda a reconocer en otros el equilibrio logrado, la capacidad de crearnos nuestro propio espacio, el comprobar que podemos ser autosuficientes, solidarios y consecuentes con reconocer que lo que nos ha tocado vivir, no es motivo para sentirnos limitados.
Pero, a la vez, hay quienes piden ayuda a la familia y no son escuchados, no creen que un joven esté encerrado porque está enfermo y a veces sentado en el computador buscando ayuda a distancia para sentirse apoyado, esto lo entiendo como si la familia hoy se ha disgregado, cada cual tiene su mente en lo que le parece y nadie hace un alto en el camino para interesarse en la triste realidad que vive alguien que sólo, no sabe como dar los pasos para salir de sus altibajos.
A mucha distancia mantengo comunicación con un joven quien por todo lo expuesto necesita de médico psiquiatra, pero en el sistema de salud de su país lo derivan al psicólogo, más confusión aún si no estando estable se le hace terapia y peor si el psicólogo desconoce el diagnóstico, lo primero es la evaluación del médico, luego el tratamiento con medicamentos, terapia y ojalá psicoeducación también para la familia para que se informe que es posible vivir en conjunto en mejores condiciones.
Aunque la bipolaridad es reconocida mundialmente, por muchos casos expuestos, aún existe demasiada ignorancia, imposibilitando por esto ser ayudados quienes la padecen.
Y en otro aspecto, muchas familias consideran ésto como un problema que harta y que no están para complicarse con esta situación y sin embargo, a veces, sólo necesitamos que nos pongan atención de corazón, con eso es seguro que vendrá una positiva respuesta de quien está padeciendo muchas veces en silencio.
Dentro de nuestros estados sabemos que no perdemos la conciencia y creo que aferrándonos a ella, también se puede insistir en buscar atención médica, aunque sea en los servicios públicos y conseguir el derecho a ser atendidos y escuchados y con el propio esfuerzo conseguir lo que nos merecemos.
Así lo conversamos en la última de nuestras reuniones, la poesía es una buena manera de traspasar lo que en silencio aflora con mayor claridad, leímos un poema de uno de los asistentes, allí hablaba de todo cuánto es posible soportar con tolerancia, amor al prójimo y fe, pero quien lo escribió mas bien estaba entregando herramientas para otros, él se siente desorientado, abatido y frustrado de no saber cómo sobrellevar la bipolaridad de su esposa.
Duele escuchar más aún a un varón de buenas intenciones, el no saber cómo enfrentar la resistencia de ella al tratamiento. Y damos vueltas en lo mismo, no habrá un nuevo camino, ni tranquilidad, mientras no se acepte la enfermedad y más todavía si no se sigue el tratamiento.
¿Cómo hacer para que se despliegue lo que es simple y necesario?
Compartir con otros pacientes que estén estables es una buena manera de que no nos sintamos extraños, eso ayuda a reconocer en otros el equilibrio logrado, la capacidad de crearnos nuestro propio espacio, el comprobar que podemos ser autosuficientes, solidarios y consecuentes con reconocer que lo que nos ha tocado vivir, no es motivo para sentirnos limitados.
Pero, a la vez, hay quienes piden ayuda a la familia y no son escuchados, no creen que un joven esté encerrado porque está enfermo y a veces sentado en el computador buscando ayuda a distancia para sentirse apoyado, esto lo entiendo como si la familia hoy se ha disgregado, cada cual tiene su mente en lo que le parece y nadie hace un alto en el camino para interesarse en la triste realidad que vive alguien que sólo, no sabe como dar los pasos para salir de sus altibajos.
A mucha distancia mantengo comunicación con un joven quien por todo lo expuesto necesita de médico psiquiatra, pero en el sistema de salud de su país lo derivan al psicólogo, más confusión aún si no estando estable se le hace terapia y peor si el psicólogo desconoce el diagnóstico, lo primero es la evaluación del médico, luego el tratamiento con medicamentos, terapia y ojalá psicoeducación también para la familia para que se informe que es posible vivir en conjunto en mejores condiciones.
Aunque la bipolaridad es reconocida mundialmente, por muchos casos expuestos, aún existe demasiada ignorancia, imposibilitando por esto ser ayudados quienes la padecen.
Y en otro aspecto, muchas familias consideran ésto como un problema que harta y que no están para complicarse con esta situación y sin embargo, a veces, sólo necesitamos que nos pongan atención de corazón, con eso es seguro que vendrá una positiva respuesta de quien está padeciendo muchas veces en silencio.
Dentro de nuestros estados sabemos que no perdemos la conciencia y creo que aferrándonos a ella, también se puede insistir en buscar atención médica, aunque sea en los servicios públicos y conseguir el derecho a ser atendidos y escuchados y con el propio esfuerzo conseguir lo que nos merecemos.
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