Comúnmente no es recomendable que un paciente quien lleva un tratamiento dentro de una crisis, asista a los encuentros con otros que se encuentran estables.
Pero, cuando se le dedica atención personalizada al paciente en cuestión, se logra la satisfacción de verle despertar a los estímulos brindados, hoy María sufre el duelo de la partida de su esposo, su sufrimiento no es solo eso, tambien el vacío que ha quedado en sus hijitas, su pena la hace más onda aún, el darse cuenta que toda su familia padece de verla enferma a ella.
Fueron muchos los incentivos que se le entregaron, como por ejemplo querer mostrarle que fortaleza es la herramienta que puede hacernos volver a caminar, sus lagrimas recorrían los mil recuerdos de su amado, parecía que nada le hacía sentido, esto unido a su bipolaridad agrava más aún su realidad, recordaba que conoció a una especial joven bipolar y antes que ella fuese diganosticada, vio como se burlaban de aquella paciente que era objeto de mofas y criticas.
Ella siente que ahora con ella pueden ser igual, esas sensaciones no nos ayudan a mejorar, la critica mal intencionada, no está sólo para quienes llevamos estos impases de salud mental, pero es allí donde necesitamos compartir con otros iguales para demostrarnos que no tiene valor el actuar de los ignorantes autodominados cuerdos; porque nada tiene más valor que el conocimiento de lo que somos y queremos llegar a ser no para los otros sino para sí mismo, hasta conformar una hermosa melodía a través de nuestra alma, de nuestro buen espíritu para crear una sinfonía que resonará más armoniosa en el silencio, trasfomándose en la mejor compañía.
Somos seres racionales, pero nuestra particular sensibilidad nos demuestra que podemos elevarnos a lo sublime a lo puro, que es algo mejor que mil buenas razones.
María junto a su duelo logró contagiarme con sus lagrimas, ella lleva un cúmulo de cuestionamiento, se siente culpable de traspasar a sus cercanos su estado, está conciente de la responsabilidad de dar bienestar a sus hijas. Su mirada se iluminó al comprender que si logra reconocer sus cualidades, virtudes y crecer en voluntad, cada cual de quien ella ama, recuperará la dicha que hoy está dormida.
La responsabilidad está en aceptar la bipolaridad, que no es otra cosa que episodios que vienen y afortunadamente se van para no mantenernos atrapados dia a día.
Sí, es posible aceptar la bipolaridad, así se fundirán más pronto esas lagrimas que a veces nos hace derramar.
martes, 27 de abril de 2010
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