Hemos vivido el más desvastador de los terremotos, nuestro país por su larga geografía impide el auxilio inmediato a miles de personas, parece imposible que la naturaleza pueda haber transformado todo en los lugares afectados y dejar a miles de seres expuestos a la vida como a prueba de sobrevivencia, muchos otros partieron a la eternidad en un soplo inesperado, pedimos por su eterno descanso y por quienes quedaron mirando a un horizonte desolado.
Quienes somos cristianos, podemos ayudar elevando plegarias para restablecer lo que significativamente daña a muchos, sin siquiera tener un trozo de pan, ni agua, junto a niños inocentes que no entienden que pasa.
Aún muchos se preguntan: ¿Qué habrá querido decir Dios, a través de esta incomparable catástrofe en Chile?
Sin duda: AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS.
martes, 2 de marzo de 2010
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