El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.
La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas nuestras actitudes.
Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de las fallas, errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.
Normalmente la frustración se produce por un fracaso, lo cual supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La realidad es que la mayoría de nuestros tropiezos se dan por falta de cuidado y reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro.
No es más optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y empeño; en los errores y equivocaciones una experiencia positiva de aprendizaje.
jueves, 26 de noviembre de 2009
La Afectividad y Sus Consecuencias
Enfocaba el tema de la independencia afectiva en relación a la dependencia del cariño, más hoy he descubierto que las palabras afectan y la autonomía se derrumba, cuando esas palabras vienen de manera malintencionadas.
Aún me ilusiono con algunas personas, y llegué a creer que, en un aparente gran señor, existía sabiduría y me equivoqué, en él había sólo conocimiento y bastó que mi luz propia brillara innatamente, para que, quien me pareció sabio, se transformara inesperadamente en agresor.
Entonces su perspicacia, su astucia, fue más poderosa que mis sanas intenciones, reconozco que aquello tenía poder para derribarme y debilitar mi estado de ánimo.
Todo lo demás estaba bien, pero las respuestas irónicas y suspicaces logran dañar.
Pero, sigo creyendo igualmente en el ser humano, aunque con el señor de gran bagaje cultural, aprendí que ni siquiera el buen nivel ilustrativo, impide que en el momento más inesperado, ese alguien pueda atacar.
Tal vez lo más doloroso, es aceptarle después de todo, su venia asolapada y tener que seguir su juego. Dentro de mi experiencia, esta estrategia se da poco entre mujeres, y eso me detuvo más aún, a analizar a este excéntrico personaje.
Se puede disfrutar de la independencia afectiva cuando se vive menos cercano a mucha gente, y es cierto y es posible de lograrla, pero hay instancias que hay que soportar por el bien de muchos, de una tarea que sola me impuesto por dar lo que tengo para dar.
Muchos dicen: "es que los bipolares son así", no creo que la bipolaridad traiga adosada la envidia, creo en que el que no es capaz, siempre estará al asecho para derribar a quien tiene luz propia.
Y no me envanece decirlo, es mi verdad, esa verdad que me permite hacer, entregar para disfrutar de la vida. De comprobar que con otros congéneres podemos contentarnos y realizarnos en la misma medida.
Aquel caminante de paso por mi mismo camino, me mostró lo que nunca conocí en un caballero; en algún momento me extasié con su eruditos comentarios y en lo más sencillo me defraudó.
Aún me ilusiono con algunas personas, y llegué a creer que, en un aparente gran señor, existía sabiduría y me equivoqué, en él había sólo conocimiento y bastó que mi luz propia brillara innatamente, para que, quien me pareció sabio, se transformara inesperadamente en agresor.
Entonces su perspicacia, su astucia, fue más poderosa que mis sanas intenciones, reconozco que aquello tenía poder para derribarme y debilitar mi estado de ánimo.
Todo lo demás estaba bien, pero las respuestas irónicas y suspicaces logran dañar.
Pero, sigo creyendo igualmente en el ser humano, aunque con el señor de gran bagaje cultural, aprendí que ni siquiera el buen nivel ilustrativo, impide que en el momento más inesperado, ese alguien pueda atacar.
Tal vez lo más doloroso, es aceptarle después de todo, su venia asolapada y tener que seguir su juego. Dentro de mi experiencia, esta estrategia se da poco entre mujeres, y eso me detuvo más aún, a analizar a este excéntrico personaje.
Se puede disfrutar de la independencia afectiva cuando se vive menos cercano a mucha gente, y es cierto y es posible de lograrla, pero hay instancias que hay que soportar por el bien de muchos, de una tarea que sola me impuesto por dar lo que tengo para dar.
Muchos dicen: "es que los bipolares son así", no creo que la bipolaridad traiga adosada la envidia, creo en que el que no es capaz, siempre estará al asecho para derribar a quien tiene luz propia.
Y no me envanece decirlo, es mi verdad, esa verdad que me permite hacer, entregar para disfrutar de la vida. De comprobar que con otros congéneres podemos contentarnos y realizarnos en la misma medida.
Aquel caminante de paso por mi mismo camino, me mostró lo que nunca conocí en un caballero; en algún momento me extasié con su eruditos comentarios y en lo más sencillo me defraudó.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
sábado, 21 de noviembre de 2009
Los riesgos de nuestras crisis
Viviendo una profunda angustia una paciente bipolar me confiesa tímidamente que, dentro de su última crisis, había cometido una falta grave, lo que pensé, estaba lejos de serlo, era algo peor, peor porque había intervenido en el hecho, alguien "cuerdo".
Ella cayó en crisis y su novio aprovechó la ocasión para pedirle "prestados"los ahorros que con gran esfuerzo, ella venía haciendo para una vivienda durante años, en su estado de euforia ella se los entregó y hoy reestablecida no sabe cómo recuperar lo que nunca debió dar, más aún a alguien en quien ella confiaba y a quien quería, aún sigue viendo imposible que se le responda ante miles de pesos, sinténdose ella culpable de haber tomado esta decisión, tomada fuera de su control.
Junto con solidarizar con nuestra compañera, esta experiencia nos mueve a considerar que estando sanos, como muchas veces lo estamos, conversemos con nuestras familias, para que ellos lleven nuestros bienes, por humildes que sean y a la vez, hacerles saber que dentro de una crisis, más que nunca necesitamos de la protección de aquellos que nos quieren.
En estos estados descontrolados, siempre es bueno "que quien nos proteja", dentro de la crisis, nos siga el juego... sin por eso dejar de tomar desiciones sigilosas que nos calmarán y nos favorecerán.
Por nuestra enfermedad, muchas veces, somos juzgados, discriminados, cuestionados y además, cualquier inescrupuloso puede aprovecharse de nuestros estados.
Ella cayó en crisis y su novio aprovechó la ocasión para pedirle "prestados"los ahorros que con gran esfuerzo, ella venía haciendo para una vivienda durante años, en su estado de euforia ella se los entregó y hoy reestablecida no sabe cómo recuperar lo que nunca debió dar, más aún a alguien en quien ella confiaba y a quien quería, aún sigue viendo imposible que se le responda ante miles de pesos, sinténdose ella culpable de haber tomado esta decisión, tomada fuera de su control.
Junto con solidarizar con nuestra compañera, esta experiencia nos mueve a considerar que estando sanos, como muchas veces lo estamos, conversemos con nuestras familias, para que ellos lleven nuestros bienes, por humildes que sean y a la vez, hacerles saber que dentro de una crisis, más que nunca necesitamos de la protección de aquellos que nos quieren.
En estos estados descontrolados, siempre es bueno "que quien nos proteja", dentro de la crisis, nos siga el juego... sin por eso dejar de tomar desiciones sigilosas que nos calmarán y nos favorecerán.
Por nuestra enfermedad, muchas veces, somos juzgados, discriminados, cuestionados y además, cualquier inescrupuloso puede aprovecharse de nuestros estados.
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