...Y llegamos a Chamiza y su bosque nativo, con aroma a canelos, arrayanes, avellanos, helechos y tantos otros más... algo nuevo y mágico, no en vano mi vida fue desarrollada en el Desierto de Atacama. Lo curioso de todo fue encontrar allí la casa de nuestro hijo y su Paulina; ella deja demostrada su esencia en telares y lanas vírgenes a las cuales da color con hojas y raíces del lugar; calidez, sencillez; caracolas, semillas y troncos dan ambientación a la arquitectura rodeada de ventanas con distintas formas que invitan a contemplar la exuberante vegetación.
Todo eso y más, me llevó a guardar silencio como es habitual en mí, cuando me embarga la emoción...
Gracias Paulina, gracias hijo mío por permitirnos vivir ese pedazo de felicidad allí, sigan sembrando y disfrutando de los caminos recorridos...
domingo, 24 de mayo de 2009
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